sábado, 4 de julio de 2009

Pescadores de hombres

Si hacemos un análisis de cada una de las organizaciones religiosas, nos daremos cuenta que en su mayoría se han propuesto alcanzar grandes metas; pero lamentablemente estas son totalmente terrenales. Por supuesto, los fines pueden ser muy buenos e incluso benéficos; pero si analizamos tanta organización religiosa nos daremos cuenta que difieren entre si, desde lo mas sencillo y otros hasta las cosas mas sustanciales. ¿Cuál de ellas se acerca más a la verdad?

Sin lugar a dudas, las organizaciones son entidades que van en busca de pescar hombres –cada quien bajo su inspiración- o, como lo dicen ellos: "bajo su revelación". Todo ello totalmente discutible. Nada censura el hecho de que se pueda pescar hombres, pues toda la vida se ha hecho. El relato bíblico nos muestra que "Nimrod fue un vigoroso cazador de almas" y tenia el poder carismático de atraer a las multitudes hacia si, creando un imperio llamado: "Torre de Babel".

Posteriormente vemos a un Nabucodonosor haciendo una estatua de si mismo y obligando a todo el pueblo a postrarse ante ella, un Rey Saúl que pedía la honra del pueblo y un Salomón que aprovecho la sabiduría que Dios le dio en su propio beneficio, etc.

Ha habido mucha gente que ha capturado la atención –hacia si mismos- y es ahí donde no debemos equivocarnos. ¿Quién nos ha pescado, los hombres –por medio de sus instituciones- o Dios? Según la Palabra, el Señor haría de sus apóstoles pescadores de hombres en beneficio de Dios, al decirles: "Seguid en pos de mi, y yo os hare pescadores de hombres". A la mayoría de hombres les gusta hacerse "pescadores" diciéndoles a las personas que crean en Dios. ¿Sabia usted que aun los demonios creen y tiemblan? En realidad, el hecho más importante dentro del evangelio, en esta pesca que Dios ha permitido hacer, no es formar más imperios terrenales. La pesca de la que Dios habla es aquella en la cual sus discípulos se convierten en ejemplo para que los demás crean. El día que alguien se acerque por el testimonio personal de conducta de cada uno de los que estamos dentro del evangelio, estaremos siendo genuinos y auténticos pescadores de hombres. Ser pescador no es cuestión de metodologías humanas, sino mostrar lo que Cristo puede hacer en el corazón. Dice la Palabra que podemos ganarnos a los demás solo con nuestra conducta. ¡Que Dios nos ayude! ¡Amen!

Texto por

"Si oyereis hoy"©

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