sábado, 13 de febrero de 2010

La Fuerza de La Justicia

En medio de un tiempo de tanta flojera y tibieza, nos cuesta comprender la rectitud de la justicia de un Dios que no cambia, en quien no hay mudanza ni sombra de variación. Imagínese que Dios no se preocupo para sacar del cielo a un querubín que se reveló junto a una tercera parte de ángeles que le seguían. También después de haber trabajado tanto en la creación, no vacilo en echar fuera del paraíso a Adán y Eva una vez que desobedecieron. De igual modo, cuando decidió destruir la Tierra con un diluvio, sencillamente tomo la decisión y manos a la obra. El día que determino destruir Sodoma y Gomorra no lo pensó dos veces, y hubo que sacar a Lot de allí casi a empujones; de lo contrario el también hubiera recibido el castigo. Es tal la justicia de Dios, que a muchos les cuesta reconciliar su amor y misericordia con su justicia. Pero algo más sorprendente con respecto a la justicia fue lo que hizo con su propio hijo, puesto que la ley de Dios dice:

"…el alma que pecare, esa morirá" (Ez. 18:4).

Por lo tanto, en cuanto Jesucristo tomo la decisión de cargar sobre si el pecado de toda la humanidad, Dios lo entrego a la justicia divina para que fuese juzgado y llevado a la cruz, cayendo así sobre el todo el peso de aquella justicia de arriba que no hace acepción de personas.

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Justicia y Amistad

Se ve que todos aquellos hombres que lograron la amistad con dios fueron hombres de valor que supieron tomar decisiones en cuanto a la justicia, y además tuvieron el valor de ponerla por obra. Tal es el caso de Abraham, según esta escrito:

"Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios" (Stg. 2:23).

Ese valor de Abraham, de tomar a su propio hijo para ofrecérselo a Dios en sacrificio, revela su amor a la justicia y el valor de ponerla por obra. Muchos hoy pueden aplaudir lo que hizo Abraham; pero jamás imitar su ejemplo. También dicen las Escrituras acerca de Noé:

"y si no perdono al mundo antiguo, sino que guardo a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos" (2 P. 2:5). Ponga mucha atención a este pasaje, pues a Noé se le llama "Pregonero de Justicia"; además, observe que él fue el único –con su familia- en ser librado del juicio del diluvio. Esto quiere decir, que haber sido un predicador de la justicia hizo que Dios inclinara su voluntad hacia él para salvarlo de aquella inminente destrucción. La justicia de Noé era como la de Dios, como la de Abraham, como la del apóstol Pablo, como la de Jesucristo; aquella justicia que requiere fuerza, celo e identificación plena con Dios. Un solo ejemplo de justicia en la vida de Noé nos da la pauta para imaginarnos quien era él y cuán grande era su fuerza respecto a la justicia; después que paso el diluvio uno de sus hijos –el más pequeño- vio su desnudez para luego hacer burla de él. Cuando Noé supo lo que había hecho su hijo, lo maldijo y asimismo lo desheredo, dejando un escarmiento al resto y un hermoso precedente de lo que es la justicia de Dios. Léase:

"y despertó Noé de su embriaguez –involuntaria-, y supo lo que había hecho su hijo más joven, y dijo: maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos (Gn. 9:24-25).

Difícilmente muchos padres hoy tendrían la fuerza para poner por obra una justicia de esta talla.

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Rivalidad entre justicia y amor

En realidad nunca debería de haber discrepancia entre el amor y la justicia. Sin embargo, a causa de la apostasía y el engaño que predominan en nuestra época, muchos –por no decir la mayoría- priorizan y anteponen el amor a todas las cosas. No obstante, debe quedar bien claro que en las Sagradas Escrituras, la justicia ocupa el primer lugar antes que cualquier otra de las virtudes; según leemos:

"…he puesto sobre el mi espíritu; el traerá justicia a las naciones… por medio de la verdad traerá justicia. No se cansara ni desmayara, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperaran su ley" (Is. 42:1, 3-4).

Note la gran importancia que para Jesucristo tenia la justicia, antes que el amor mismo. También dice:

"…juzgara con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra… y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura" (Is. 11:4-5).

Por último, note usted esta prioridad:

"…todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de dios" (1 Jn. 3:10)

Primero hay que hacer justicia y luego mostrar el amor; por cuanto el amor es y será siempre efecto de la justicia y no a la inversa: La tendencia de los falsos profetas, desde la antigüedad hasta el día de hoy, ha sido resaltar el amor y la paz de Dios –no así su justicia- para hacerlo ablandar sus palabras y endulzan sus lenguas, según esta escrito:

"Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho (Jer. 23:31).

A ellos mismos se refería el apóstol Pablo al decir:

"Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Ro. 16:17-18). Al hablar de paz y amor quedamos bien con los hombres; no obstante, cuando hablamos de justicia quedamos bien con Dios. Leamos el siguiente pasaje:

"La Justicia ira delante de el, y sus pasos nos pondrá por camino" (Sal. 85:13).

¿Lo entiende usted?

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miércoles, 10 de febrero de 2010

Corrupción de los niños

Cuando la maldad es mucha en la tierra aun los niños son arrastrados en esta vorágine cruel; y cuando esto sucede es señal inequívoca que los juicios de Dios están muy cerca. La conducta –buena o mala- de los infantes es el resultado de lo que los adultos han sembrado en ellos; leamos:

"Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta es sacerdote, todos son engañadores" (Jer. 6:13). Estas anormalidades sucedieron también en la antigüedad, lo cual fue la causa para que Dios juzgara aquellas naciones, según leemos:

"Reuniré a todas las naciones… y allí entrare en juicio con ellas a causa de mi pueblo… echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber (Jl. 3:2-3). Si algo indigna a Dios es que las maldades de los grandes arrastren también a los niños. Sin embargo, lo que está sucediendo en nuestros días es sin precedentes; pues hemos llegado al colmo de ver como los niños son utilizados como producto predilecto para impactar a las masas; de modo que, aprovechándose de la gracia que inspiran estos pequeñitos, se les pervierte en todo sentido al utilizarlos como carnada de la publicidad, el cine y la TV; como instrumentos de demagogia para fines políticos; y la peor de todas las desgracias actuales es que sean utilizados como mercadería sexual; pues ya para nadie es un secreto el auge actual de la pornografía infantil, como resultado de hombres con mentes depravadas que –al no controlar ya sus instintos animales- seducen a inocentes niños a practicar orgias que luego son filmadas y vendidas, lo cual despierta cada vez mas esa lujuria incontrolable que terminara por destruir –un día no muy lejano- el verdadero concepto de la niñez. No está de más mencionar que en las Sagradas Escrituras el niño es sinónimo de pureza; virtud esta que aun en ellos se está perdiendo; léase:

"…sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar." (1Co. 14:20)

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domingo, 7 de febrero de 2010

Destruyendo el alma de los niños

El día que Dios decidió la destrucción del mundo antediluviano, de Jericó, de los pueblos cananeos, de Sodoma y Gomorra, etc. No perdono ni aun la vida de los niños; pues de estos ya solo quedaba –al igual como ya casi está sucediendo hoy- un cuerpecito que inspiraba compasión; pero dentro de ellos ya eran portadores de un espíritu agresivo y violento, y una mente prematuramente despierta a la perversión sexual y al odio. Leamos:

"Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: de dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra… Morirán en esta tierra grandes y pequeños; no se enterraran, ni los plañirán, ni se rasgaran ni se raerán los cabellos por ellos… Y acontecerá que cuando anunciéis a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o que pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? Entonces les dirás: porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí." (Jer. 16:3-4,6,10-12). Dios, -en su presciencia- sabía de antemano que estos niños, estaban demasiado alienados con el mal para poder cambiar y que ya en su carrera de adultos serian indudablemente peor que sus mismos padres.

De esta forma y sin piedad los niños han sido utilizados por regímenes fascistas, sembrando el odio y el resentimiento en sus corazones. De igual modo sucede en la actualidad, cuando bajo otras banderas de aparente piedad –como lo es pretender abogar por sus derechos- son de nuevo carnada para fines políticos, despertando en ellos un extraño resentimiento y pugna en contra de sus mayores.

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El enemigo se interesa en los niños

No hay mejor momento para cambiar la mentalidad de un hombre sino cuando es niño; de ahí el interés del enemigo por trabajar en la niñez. Las Sagradas Escrituras dicen:

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartara de él (Pr. 22:6). La formación que un niño adquirió de sus padres y maestros –sea buena o mala- la conservara aun de viejo; de tal modo que los jóvenes de hoy son el resultado de la siembra que sus educadores hicieron con ellos ayer. Muchos se lamentan al ver el aumento de la delincuencia juvenil, las maras, la prostitución, el homosexualismo, etc. –que solo es el principio de los grandes males que se le avecinan a la humanidad- sin que nadie quiera asumir la responsabilidad y la culpabilidad que han tenido de esa niñez en el pasado, a la cual solo se dedicaron a idolatrar sin hacer un verdadero trabajo de corrección. Hoy se ha vuelto tan común oír a los niños –muy pequeños- desde que comienzan a estudiar, hablar de novios, de sexo y de tener relaciones sexuales, lo cual causa gracia a muchos porque ignoran las implicaciones futuras que tiene todo esto en el alma de ellos, resultado de las "brillantes y modernas" corrientes educativas, que con el pretexto de eliminar tabúes en los niños, de llevarlos a una mente modernista sin prejuicios, y de prevenirlos contra el SIDA, han despertado prematuramente la morbosidad en ellos, en franca oposición a los preceptos Bíblicos, de lo cual –sin palabras- el resultado lo tenemos a la vista.

Es innegable, pues, que esos días aciagos anunciados por las Escrituras están llegando a su fiel cumplimento, y que son demasiado pocos los que reparan en ello; precisamente hoy en que la Biblia –los mismos educadores- la han convertido en objeto de burla y menosprecio delante de sus alumnos. Léase:

"…en el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los… sensuales, que no tienen al Espíritu "(Jud. 18-19). Un verdadero cristiano debe proteger el alma de su hijo dándole la formación adecuada en contra de las novedosas corrientes educativas. ¿Lo entiende usted?

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sábado, 6 de febrero de 2010

Ultimo aviso

Hoy en día resulta tan común recibir notificaciones donde nos indican sobre un último aviso previo a la suspensión de algún servicio del que gozamos. Esa nota nos pone en alerta para dar los pasos necesarios a fin de que la advertencia no se cumpla. Generalmente a todos nos interesa que nos avisen las cosas a manera de recordatorio, lo cual no es molesto sino de mucha utilidad para nuestra vida. De allí el hecho de comprar una agenda para recordar los compromisos adquiridos; o reloj, una libreta o cualquier otra cosa que nos sea útil para ello.

Sin embargo, no todos los avisos son bien recibidos –aunque sean necesarios- porque al hombre le molesta cuando se le recuerdan algunas cosas, como : sus pecados, los compromisos que no quiere asumir y, sobre todo, no le gusta cuando le hablan de su relación con Dios o que le digan que todo este mundo –por el cual se ha esforzado trabajando de muchas maneras- tendrá su fin; llegando al colmo de burlarse de las advertencias finales y no ponerle el debido sentido a las cosas; según leemos:

"…en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación" (2 P. 3:3-4).

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