domingo, 7 de marzo de 2010

En los Dias Finales

Dios levanta sus siervos con Palabra viva y poderosa; pero se encuentran con multitudes que no responden ante su mensaje; por eso sabemos que los días son finales. Noé -pregonero (predicador) de justicia- le creyó a Dios haciendo un arca para salvar a todo aquel que creyera como el; leamos:
"Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra esta llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra..." (Gn. 6:13)
Estas palabras vuelven a tener peso hoy, pues vivimos en una tierra sumamente violenta. Leamos:
"Hazte un arca... yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne..." (Gn. 6:14, 17)
Así, Dios hoy advierte su juicio final: ¿Quien creyó en las palabras de Noé? Aunque miraban el arca y todo lo que Noé hizo, el fue objeto de un menosprecio. Igualmente en nuestros días, Cristo advierte sobre la inminente destrucción de la Tierra. A pesar de las grandes obras que Dios hace por medio de su iglesia -testimonio fiel de la presencia de Dios en esta tierra- pocos creen y se están preparando para aquel día final. Y usted, ¿Le cree? o solo ¿cree? Que Dios le de entendimiento.
Por
"Expresión Doctrinal Ágape"

martes, 2 de marzo de 2010

Esclavos de la Libertad

Jesucristo vino a esta tierra para presentar un claro antagonismo entre su evangelio y el mundo. Es notorio su rechazo y la forma despreciable en la que él se refiere al mundo en todo el nuevo testamento. Léase:

"no puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mi me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas" (Jn. 7:7)

Es obvio, que por la misma razón el mundo le aborrece hasta el día de hoy. También leamos el siguiente pasaje:

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de DIOS permanece para siempre" (1 Jn. 2:15-17).

La verdadera iglesia mantiene esta línea de pensamiento, identificándose plenamente con su maestro. No obstante, en estos días de apostasía la tierra se ha llenado de "un cristianismo identificado con el mundo", en el cual se hermana en lugar de apartarse. Léase lo que el apóstol Juan dijo, refiriéndose a los falsos profetas y engañadores de este tiempo:

"ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye" (1 Jn. 4:5).

Todo lo que ellos hacen tiene el sello del mundo: su música, sus shows, su estilo de vida, sus prácticas. Si no fuese así, como se cumplirían Las Escrituras.

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La Verdadera Libertad

Cuando Jesús decía:

"…si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8:36)

Realmente decía una gran verdad, por cuanto los líderes religiosos –al igual que hoy- tenían un gran libertinaje al cual le denominaban "Libertad". Ellos se llamaban descendientes de Abraham, haciendo alarde de su condición de libres; sin embargo, querían matar a Jesús demostrando más bien ser esclavos del homicidio.

De igual forma sucede hoy, cuando muchos gritan, vociferan y hacen alarde de libertad para decir o hacer, siendo más bien esclavos de sus propias soberbias. Cosas semejantes suceden en el mundo, donde los hombres se jactan de libertad porque gritan, agreden a otros y hacen uso de violencia; ignorando que esto es más bien esclavitud de sus propias pasiones, lo cual les hace "libertinos" y no tanto "libres". Léase:

"porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros "(Gal. 5:13).

La verdadera libertad tiene que ver con el desprendimiento de este mundo, el cual está viciado de mentiras. Es por esta razón que todo el evangelio es contrario al mundo; aunque la mayoría no lo ha entendido así. Léase:

"yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son… yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Jn. 17:9, 14-16).

Note la disociación entre la iglesia y el mundo; a pesar de ellos muchos o no entienden, o no aceptan estas palabras que provienen de la misma boca de Dios.

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¿Por que la antagonia con el mundo?

Muchos no entienden el porque de la antagonia de la iglesia con el mundo. Debemos de recordar que el evangelio es la sabiduría de Dios, y es dado mediante revelación a quienes -luego de haber sido predestinados- vienen a constituir la verdadera iglesia de Jesucristo; entendiendo y aceptando su Palabra sin rodeos para obedecerla, mientras que otros se dedican a cuestionarla. La razón poderosa por la cual Jesucristo enseñaba a los suyos a aborrecer y a apartarse del mundo es muy fácil de entender cuando tomamos en cuenta que este mundo esta en las manos del diablo, a quien las Escrituras llaman "el príncipe de este mundo", según esta escrito:
"no hablare ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de de este mundo, y el nada tiene en mi" (Jn. 14:30).
Esto dijo Jesús refiriéndose al diablo. También dicen las Escrituras:
"sabemos que somos de Dios, y el mundo entero esta bajo el maligno" (1a. Jn. 5:19).
Si este mundo hoy esta siendo gobernado por el diablo -a juzgar por todo lo que pasa aquí- que objeto tiene que Jesús se identifique con el; de manera que quien es de Cristo debe pensar como Cristo y salir de este mundo -aborreciéndolo- para esperar su promesa: "Un Mundo Nuevo". Léase:
"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2a Pd. 3:13).
A diferencia de aquellos cuyas esperanzas y sueños los tienen en este mundo, nosotros -los que conformamos la verdadera iglesia de Jesucristo- esperamos con fe en sus promesas de un cielo nuevo y una tierra nueva. He ahí el por que aborrecemos este mundo y este también nos aborrece. ¿Lo entiende usted?
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"Expresión Doctrinal Ágape"

lunes, 1 de marzo de 2010

Almas sin valor

Cuando alguno pierde el valor del alma, juega con la vida. Para Dios el alma de los hombres es de tanto valor; sin embargo Jesucristo decía que a muchos de los hombres no les importa su alma y es por ello que en el día final la mayoría de ellos aparecerá en el infierno. Por el contrario, Jesucristo le asignaba tanto valor al alma y decía que había que estar dispuesto aun a perder todas las cosas de este mundo, o sea la vida terrenal, con tal de salvar el alma: Léase:

"Porque ¿Qué aprovechara al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O que recompensa dará el hombre por su alma?" (Mt. 16:26)

Note que Jesucristo compara el alma con la vida en este mundo. De manera, que se puede entender por alma el conjunto de valores terrenales o espirituales en esta vida: todo aquello que roba nuestra atención, nuestros intereses, nuestras aspiraciones y anhelos. También decía Jesús:

"donde estuviere vuestro tesoro ahí también estará vuestro corazón."

Esta inclinación a esos valores determina la salvación o la condenación del alma. Así que si el interés de un hombre en esta vida fue lo terrenal y los éxitos de abajo, ya sabemos el destino de su alma. De igual modo, si mientras un hombre vivió en la Tierra y sus inclinaciones fueron las cosas de arriba, ya sabemos también que el destino de su alma será el cielo. Léase:

"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría" (Col. 3:1-5).

Estas leyes espirituales fueron determinadas por dios; de modo que, aunque pudieran parecer radicales a muchos, quienquiera que esté pensando en la salvación de su alma no lo ve así sino que toma las cosas con seriedad.

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El menosprecio de Adán y Eva

Desde un principio los hombres manifestaron un rechazo a su propia alma. Dios puso en medio de ellos "el árbol de la vida", que en figura no es otra cosa que la sabiduría de Dios –la Palabra de Dios- porque lo afirman las Escrituras:

"…no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mt. 4:4)

También dice:

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con dios, y el Verbo era Dios" (Jn. 1:1).

Adán y Eva deberían haberle dado prioridad a la Palabra de Dios antes que a las cosas terrenales, aunque lo que hubiese en el huerto del Edén fuese muy bello. No obstante, los ojos de Adán se posaron en la belleza del huerto –incluso buscando mujer- por lo cual posteriormente tuvo que ser echado de allí. Estas son aquellas cosas que hasta el día de hoy los hombres no entienden. Quiere decir, que si alguno anhela en serio entrar al reino de Dios –llegar a conocer verdaderamente el evangelio y conocer a Jesucristo- debe quitar sus ojos de los valores terrenales y valorar la Santa Palabra de Dios. Léase:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyo heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas." (He. 1:1-3).

Es, pues, esa Palabra que hace morir en nosotros lo terrenal y mundano, la que es necesario que todos comamos para morir a este mundo y vivir en el pensamiento de DIOS, esperando el regreso de Cristo aquí en la Tierra.

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¿Cuanto valemos para Dios?

Nosotros valemos para Dios de la misma manera como su Palabra Vale para nosotros. Léase:

"De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrareis en el reino de los cielos." (Mt. 5:19-20)

Note que la salvación de nuestra alma está determinada por el grado de valor que esta Palabra tiene también para nosotros. Así que, si la Palabra no tiene tanta importancia como para cambiar el rumbo de nuestra vida en este mundo, quiere decir que tampoco el rumbo de nuestra alma se enfocara a la salvación. Hay en las Escrituras un hecho importante que se menciona varias veces, y es "el nuevo nacimiento." Este importante acontecimiento no es otra cosa que dejar el rumbo que traíamos para comenzar una vida nueva. El apóstol Pablo decía:

"…si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos." (1.Co. 15:32)

Esto es en realidad lo que hace la mayoría de las personas: comer y beber y dedicarse a toda clase de placeres; dando con ello un elocuente testimonio que los que buscan a Dios son demasiado pocos. Además de ello, también podemos sacar como conclusión que aunque la gente religiosa hable de la resurrección, en realidad no creen en ella. Con tanta razón decía Jesús:

"…de cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitare en el día postrero." (Jn. 6:53-54).

Lograr alcanzar la resurrección es la meta inteligente del hombre que busca a Dios. ¿Lo entiende usted?

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