domingo, 21 de febrero de 2010

Exterminio de la Tierra

Cada día que pasa nos acercamos mas "al exterminio de la tierra" y de sus habitantes juntamente con ella. La tierra, que cada día tiene más habitantes –en su mayoría destructores-, continúa poblándose de manera alarmante. A la par de esto hay un aumento de las posibilidades de una destrucción y contaminación ambiental, que a estas alturas resulta imparable. Si a todo esto agregamos la corrupción, la violencia y degeneración del género humano, nos da como resultado el inminente exterminio de la Tierra, tal y como ya esta advertido en las Escrituras. Léase:

"La mañana viene para ti, Ho morador de la tierra; el tiempo viene, cercano esta el día; día de tumulto, y no de alegría, sobre los montes. Ahora pronto derramare mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgare según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones. Y mi ojo no perdonara, ni tendré misericordia; según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones. Y mi ojo no perdonara, ni tendré misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que castiga." (Ez. 7:7-9).

Aunque muchos no tengan este concepto de Dios, bueno sería leer y entender las Escrituras para darnos cuenta que todas estas profecías se van a cumplir, sencillamente porque son "Palabra de Dios". Para evitar la destrucción de la Tierra –si es que se quisiera evitar- se deberían tomar decisiones tan radicales que ningún gobernante se atrevería a aplicar, pues la avaricia y la corrupción ya es mucha sobre la Tierra. Jesús advirtió que el fin de este siglo tendría condiciones análogas a los días de Noé. Leamos y saquemos conclusiones:

"Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal… y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia." (Gn. 6:5, 11)

¿Quién puede negar que nuestro tiempo presenta un cuadro idéntico a los días de Noé?

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viernes, 19 de febrero de 2010

La Tierra comienza a gemir

Aunque parezca increíble, las Escrituras nos aseguran que la misma naturaleza gime como pidiendo que la mano de justicia del creador intervenga prontamente, pues el asedio destructivo de los hombres sobre ella ya es mucho. Leamos lo que dicen las Escrituras:

"porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo" (Ro. 8:21-23).

La liberación de la Tierra se dará cuando Dios quite de encima de ella a sus depredadores; a los despiadados que por amor al dinero no les importa destruirla, acabando con ella juntamente a sus habitantes. Leamos este pasaje:

"Se destruyo, cayo la tierra; enfermo, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contamino bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres" (Is. 24:4-6).

¿Quién puede negar que estas palabras se tienen que cumplir?

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Extraña coincidencia de destrucción

En el corazón de la raza humana se ha despertado una extraña conciencia de destrucción y fin. Con más frecuencia miran ahora hacia el cielo para sospechar de cualquier cometa o asteroide; temen también de los terremotos y ahora de los tsunamis. Se teme del Sol, de las enfermedades, de la fatalidad que llegue a provocar los bruscos cambios de clima y la reacción de la naturaleza, porque hay una reacción en ella protestando contra la maldad de los hombres. Nuestro Señor Jesucristo frecuentemente hablaba de los días del fin, a los cuales también llamaba: "El fin de este siglo". Hace cerca de dos mil años, Jesús lo veía llegar, mientras que hoy la mayoría de los hombres procura ignorarlo; para que se cumpla lo advertido, que aquel día los tomara de sorpresa. Aunque la alarma sobre esta Tierra ya está sonando, la bulla de la fiesta es tanta, que la mayoría no se da por entendida. Ese día final –cuando Dios hará llover un enorme granizo sobre todos los habitantes de la Tierra, barriéndola a diestra y siniestra –será un juicio tan espantoso que ni siquiera cabe en el pensamiento humano. Léase:

"Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento (125-135 lbs.); y os hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande (Ap. 16:21).

Este juicio también fue advertido por el profeta Isaías, según leemos:

"…y granizo barrera el refugio de la mentira, y aguas arrollaran el escondrijo… luego que comience a pasar, el os arrebatara; porque de mañana en mañana pasara, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender lo oído… ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten mas vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos" (Is. 28:17, 19, 22).

Note que el juicio es sobre toda la Tierra. ¿No cree usted que Dios es justo y que tiene razón en el castigo que va a ejecutar prontamente sobre toda la raza humana, pues la maldad y la violencia de los hombres ya es mucha sobre la Tierra? ¿Entiende usted estas cosas?

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sábado, 13 de febrero de 2010

La Fuerza de La Justicia

En medio de un tiempo de tanta flojera y tibieza, nos cuesta comprender la rectitud de la justicia de un Dios que no cambia, en quien no hay mudanza ni sombra de variación. Imagínese que Dios no se preocupo para sacar del cielo a un querubín que se reveló junto a una tercera parte de ángeles que le seguían. También después de haber trabajado tanto en la creación, no vacilo en echar fuera del paraíso a Adán y Eva una vez que desobedecieron. De igual modo, cuando decidió destruir la Tierra con un diluvio, sencillamente tomo la decisión y manos a la obra. El día que determino destruir Sodoma y Gomorra no lo pensó dos veces, y hubo que sacar a Lot de allí casi a empujones; de lo contrario el también hubiera recibido el castigo. Es tal la justicia de Dios, que a muchos les cuesta reconciliar su amor y misericordia con su justicia. Pero algo más sorprendente con respecto a la justicia fue lo que hizo con su propio hijo, puesto que la ley de Dios dice:

"…el alma que pecare, esa morirá" (Ez. 18:4).

Por lo tanto, en cuanto Jesucristo tomo la decisión de cargar sobre si el pecado de toda la humanidad, Dios lo entrego a la justicia divina para que fuese juzgado y llevado a la cruz, cayendo así sobre el todo el peso de aquella justicia de arriba que no hace acepción de personas.

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Justicia y Amistad

Se ve que todos aquellos hombres que lograron la amistad con dios fueron hombres de valor que supieron tomar decisiones en cuanto a la justicia, y además tuvieron el valor de ponerla por obra. Tal es el caso de Abraham, según esta escrito:

"Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios" (Stg. 2:23).

Ese valor de Abraham, de tomar a su propio hijo para ofrecérselo a Dios en sacrificio, revela su amor a la justicia y el valor de ponerla por obra. Muchos hoy pueden aplaudir lo que hizo Abraham; pero jamás imitar su ejemplo. También dicen las Escrituras acerca de Noé:

"y si no perdono al mundo antiguo, sino que guardo a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos" (2 P. 2:5). Ponga mucha atención a este pasaje, pues a Noé se le llama "Pregonero de Justicia"; además, observe que él fue el único –con su familia- en ser librado del juicio del diluvio. Esto quiere decir, que haber sido un predicador de la justicia hizo que Dios inclinara su voluntad hacia él para salvarlo de aquella inminente destrucción. La justicia de Noé era como la de Dios, como la de Abraham, como la del apóstol Pablo, como la de Jesucristo; aquella justicia que requiere fuerza, celo e identificación plena con Dios. Un solo ejemplo de justicia en la vida de Noé nos da la pauta para imaginarnos quien era él y cuán grande era su fuerza respecto a la justicia; después que paso el diluvio uno de sus hijos –el más pequeño- vio su desnudez para luego hacer burla de él. Cuando Noé supo lo que había hecho su hijo, lo maldijo y asimismo lo desheredo, dejando un escarmiento al resto y un hermoso precedente de lo que es la justicia de Dios. Léase:

"y despertó Noé de su embriaguez –involuntaria-, y supo lo que había hecho su hijo más joven, y dijo: maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos (Gn. 9:24-25).

Difícilmente muchos padres hoy tendrían la fuerza para poner por obra una justicia de esta talla.

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Rivalidad entre justicia y amor

En realidad nunca debería de haber discrepancia entre el amor y la justicia. Sin embargo, a causa de la apostasía y el engaño que predominan en nuestra época, muchos –por no decir la mayoría- priorizan y anteponen el amor a todas las cosas. No obstante, debe quedar bien claro que en las Sagradas Escrituras, la justicia ocupa el primer lugar antes que cualquier otra de las virtudes; según leemos:

"…he puesto sobre el mi espíritu; el traerá justicia a las naciones… por medio de la verdad traerá justicia. No se cansara ni desmayara, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperaran su ley" (Is. 42:1, 3-4).

Note la gran importancia que para Jesucristo tenia la justicia, antes que el amor mismo. También dice:

"…juzgara con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra… y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura" (Is. 11:4-5).

Por último, note usted esta prioridad:

"…todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de dios" (1 Jn. 3:10)

Primero hay que hacer justicia y luego mostrar el amor; por cuanto el amor es y será siempre efecto de la justicia y no a la inversa: La tendencia de los falsos profetas, desde la antigüedad hasta el día de hoy, ha sido resaltar el amor y la paz de Dios –no así su justicia- para hacerlo ablandar sus palabras y endulzan sus lenguas, según esta escrito:

"Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho (Jer. 23:31).

A ellos mismos se refería el apóstol Pablo al decir:

"Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos" (Ro. 16:17-18). Al hablar de paz y amor quedamos bien con los hombres; no obstante, cuando hablamos de justicia quedamos bien con Dios. Leamos el siguiente pasaje:

"La Justicia ira delante de el, y sus pasos nos pondrá por camino" (Sal. 85:13).

¿Lo entiende usted?

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miércoles, 10 de febrero de 2010

Corrupción de los niños

Cuando la maldad es mucha en la tierra aun los niños son arrastrados en esta vorágine cruel; y cuando esto sucede es señal inequívoca que los juicios de Dios están muy cerca. La conducta –buena o mala- de los infantes es el resultado de lo que los adultos han sembrado en ellos; leamos:

"Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta es sacerdote, todos son engañadores" (Jer. 6:13). Estas anormalidades sucedieron también en la antigüedad, lo cual fue la causa para que Dios juzgara aquellas naciones, según leemos:

"Reuniré a todas las naciones… y allí entrare en juicio con ellas a causa de mi pueblo… echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber (Jl. 3:2-3). Si algo indigna a Dios es que las maldades de los grandes arrastren también a los niños. Sin embargo, lo que está sucediendo en nuestros días es sin precedentes; pues hemos llegado al colmo de ver como los niños son utilizados como producto predilecto para impactar a las masas; de modo que, aprovechándose de la gracia que inspiran estos pequeñitos, se les pervierte en todo sentido al utilizarlos como carnada de la publicidad, el cine y la TV; como instrumentos de demagogia para fines políticos; y la peor de todas las desgracias actuales es que sean utilizados como mercadería sexual; pues ya para nadie es un secreto el auge actual de la pornografía infantil, como resultado de hombres con mentes depravadas que –al no controlar ya sus instintos animales- seducen a inocentes niños a practicar orgias que luego son filmadas y vendidas, lo cual despierta cada vez mas esa lujuria incontrolable que terminara por destruir –un día no muy lejano- el verdadero concepto de la niñez. No está de más mencionar que en las Sagradas Escrituras el niño es sinónimo de pureza; virtud esta que aun en ellos se está perdiendo; léase:

"…sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar." (1Co. 14:20)

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