domingo, 24 de enero de 2010

En territorio del enemigo

A medida que los hombres dejan de confiar en un Dios que es Espíritu -porque siendo materiales no le pueden ver- se entregan para apoyarse en el espíritu del maligno, quien tiene como una manifestación física al hombre mismo. El señor Jesucristo aseguro que en este mundo cualquiera que venga en nombre de otro o en el suyo propio seria oído y hasta aplaudido por los demás; pero venir en nombre de Dios y de su Palabra seria parecerles loco e inverosímil; léase:

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis. ¿Como podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? (Jn. 43-44)

Dios es Espíritu, por lo tanto, la única manera en que se le puede apreciar, creer y confiar en su Palabra es siendo espirituales, como Jesús lo dijera: "Dios es Espíritu y los que le adoran en espíritu y verdad es necesario que le adoren" (Jn. 4:24); en caso contrario, tanto Dios como las cosas espirituales le parecerán locura al hombre, que es eminentemente terrenal y carnal. La palabra dice: "...el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para el son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1a. Cor. 2:14).
Queda, pues, claro que pretender hablarle de las cosas espirituales al hombre que se ha materializado por las cosas de esta vida es perder el tiempo, y aun exponer al aprobio cosas que son demasiado sublimes.

Text by "Expresión Doctrinal Ágape"

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