miércoles, 21 de abril de 2010

Un mundo corrompido que no busca a Dios

El gran problema del hombre es el pecado, pero muchos ya no lo ven. La ambición terrenal, los placeres mundanales y la soberbia impiden ver a Dios y sus razones. El profeta Ezequiel escribe una visión que Dios le dio, en la cual muestra las razones de la destrucción de los hombres y las bestias (animales); habla del hambre, de pestes y todos los efectos destructivos de las catástrofes. Bien, la explicación de cómo ocurren los fenómenos naturales es válida; pero nos limita a lo mínimo del conocimiento, ignorando que el campo espiritual es tan grande y poco comprensible, y lo más difícil para poder accesar a la Palabra de nuestro creador es que se necesita de fe, la cual es tan escasa.

La maldad en el corazón del hombre es tan grande, que ha llevado a un Dios misericordioso a actuar de una manera distinta, de acuerdo a las circunstancias; según leemos:

"y la tierra se contamino bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados" (Is. 24:5-6).

¿Se da usted cuenta que a Dios no le queda otra manera de actuar?

El hombre con sus maldades pide a gritos que Dios le castigue, porque ya no hay organización humana que pueda hacer algo para detener la maldad de las personas.


 

La Soberbia El Gran Pecado

¡ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino! (Is. 28:01)

Esa expresión ¡ay! "Es de juicio para un pueblo con corona de soberbia". ¿No esta así el mundo?

Tan creído, tan seguro de nada, tan feliz de simplezas; pero de todo ello está orgulloso, y habla de grandes cosas, como los ebrios. Pero el que teme a Dios ve como todo va llegando a ese fin, del cual Dios advierte que sucederá pronto.


 

Pagando por Vivir

El hombre paga un derecho por vivir en una Tierra que muy pronto se destruirá; leamos:

"Mire yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tome para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol". (Ecl. 2:11)

El estrés, la tensión, el sentimiento de hacer cosas temporales no es nada nuevo ni es una enfermedad. Es la verdad; este mundo es pasajero y vacio; se paga por vivir y todo lo que se tiene es ilusorio; la felicidad nunca se tiene, es un sueño.

"Expresión Doctrinal Ágape"©

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