sábado, 4 de julio de 2009

Predestinación

"Porque a los que antes conoció, también los predestino para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que el sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestino, a estos también llamo; y a los que llamo, a estos también justifico; y a los que justifico, a estos también glorifico" (Rom. 08:29-30). En el evangelio moderno se predica esa filosofía de las oportunidades. Por eso se oye a los grandes predicadores decir: "Hoy es su día, ¡Aproveche su oportunidad! Dios le esta hablando y no deje pasar este momento". Y resulta que la religión de esta manera conquista a sus seguidores como que ellos verán, a través de su organización, la maravillosa oportunidad para ser hijos de Dios. Pero Dios piensa diferente y ha escogido a quienes tendrán la oportunidad de ser salvos. Eso quiere decir que no es uno quien halla las oportunidades, sino es Dios quien ha escogido a los que disfrutaran de su preciosa presencia.

Un día el Señor Jesucristo pasó frente a un estanque de agua que se llamaba "Betesda". En ese lugar las personas enfermas esperaban la oportunidad de que un ángel llegara a mover las aguas, y el primero en entrar al agua era sano. Precisamente eso es lo que predica hoy la religión, pues le pone a la gente una oportunidad para ser salva, cuando llega algún predicador a "mover las aguas", y todos los que logren "meterse" –aprovechando la oportunidad- son salvos; pero no es así como Dios piensa de la salvación.

En ese estanque había un hombre que era paralitico; el sabia de esa oportunidad pero no tenia ninguna posibilidad de hacerlo porque, al no poder caminar, le era imposible entrar cuando se movía el agua. Usted se puede imaginar que todo mundo le quitaba a el su oportunidad, porque tenia años de estar ahí y ninguno le cedió su lugar para entrar y ser sano; pero Cristo se dirigió a el –solamente a el- y le hizo el milagro. Eso es la salvación. Dios no movió el agua, no lo puso a competir con los demás; sencillamente lo sano y fue el regalo más grande que pudo recibir. Cuando Dios quiere salvar a alguien no hay necesidad de estar "moviendo las aguas" ni aprovechando la oportunidad que supuestamente se tiene para buscarle, sino Dios, en un momento de nuestra vida nos señala, nos busca. Tal vez no estemos pensando en el ni haciendo ninguna obra para el; pero Dios es inmensamente rico en misericordia y toma nuestra vida. No es asunto de aprovechar las oportunidades para ser salvos; sencillamente hay que esperar a que Dios decida a quien le dará esa oportunidad, así como lo hizo con aquel paralitico, quien fue el único beneficiado de todos.

Texto por

"si oyereis hoy" ©

No hay comentarios: