sábado, 3 de abril de 2010

Anhelando el cambio

Todos los hombres soñamos con cambiar algo de nuestra vida, nunca aceptamos lo que somos ni como estamos en el presente. Siempre hay inconformidades y las expresamos de varias maneras: lloramos, suplicamos, exigimos y hay quienes hasta llegan a matar; sin embargo, el cambio no llega.

La ansiedad del cambio ha llevado al hombre a buscarlo en lo místico, esotérico y hasta en una visión, creyendo con ello encontrar ese cambio que lo hará feliz; pero el cambio no llega.

Aunque el ser humano logre algunas transformaciones en su contexto, ningún cambio humano será un verdadero cambio. Ante ello, la solución sugerida por Dios es esta:

"El que ama su vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardara" (Jn. 12:25)

Este pasaje nos demuestra que un cambio verdadero se dará solo cuando el hombre sea capaz de renunciar objetivamente a todo en este mundo y pueda vivir una vida de "Esperanza y dependencia total de Dios", quien a veces actúa de manera "extraña", dándonos o quitándonos no necesariamente según nuestros deseos.

El cambio verdadero se opera iniciando una actitud sencilla y humilde, de conformidad, de paz. Para eso es necesaria la obra del Espíritu Santo que Dios en su misericordia otorga a quienes el quiere.

Ese sentimiento es don de Dios. No es capacidad intelectual ni la entrega a lecturas religiosas, penitencias, ni análisis espirituales; es el encuentro con un Dios vivo, el cual ha de cambiar tu vida a un nuevo esquema espiritual, traducido en una conducta diferente de vida de acuerdo al canon de Dios.

Tampoco es por obras…

"pues es don de Dios…" (Ef. 2:8-9). ¿Cuántas cosas de este mundo ha dejado o sería capaz de dejar por amor, sin leyes?... por tanto, cada uno tome su propia cruz y sígame.

Usted no puede solo, yo tampoco; necesitamos de ese evangelio de poder. ¡Nos es necesario nacer de nuevo! Quiera Dios operar ese cambio en nuestras vidas.

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"Si oyereis hoy"©

1 comentario:

Eugenio dijo...

Querido hermano: estás verdaderamente cerca al blanco, pero no has dado en él. Dios Mio y Señor Mio, alabado seas porque te revelas en estas pequeñas criaturas tuyas, como lo dice la cantante "Por el Poder de tu Amor". Cando te digo Mi Señor, te estoy diciendo que soy tu esclavo; Tuyo y no mío. En otras palabras, acepto que a pesar que tengo una vida (un alma viviente), ésta no me pertenece sino que te PERTENECE A TÍ. Tú eres el que vive en mí, (AL MENOS ESA ES TU ELECCIÓN), esto es a saber ERES EL DIOS QUE SE ha incorporado en mí. El apostol pablo lo dijo "Ya no vivo yo, más Cristo en mí"
Ese es el blanco perfecto hermano, Cristo viviendo su Vida Eterna en nosotros. EN TÍ Y EN mí. Se lo merece ¿Verdad?