sábado, 13 de febrero de 2010

La Fuerza de La Justicia

En medio de un tiempo de tanta flojera y tibieza, nos cuesta comprender la rectitud de la justicia de un Dios que no cambia, en quien no hay mudanza ni sombra de variación. Imagínese que Dios no se preocupo para sacar del cielo a un querubín que se reveló junto a una tercera parte de ángeles que le seguían. También después de haber trabajado tanto en la creación, no vacilo en echar fuera del paraíso a Adán y Eva una vez que desobedecieron. De igual modo, cuando decidió destruir la Tierra con un diluvio, sencillamente tomo la decisión y manos a la obra. El día que determino destruir Sodoma y Gomorra no lo pensó dos veces, y hubo que sacar a Lot de allí casi a empujones; de lo contrario el también hubiera recibido el castigo. Es tal la justicia de Dios, que a muchos les cuesta reconciliar su amor y misericordia con su justicia. Pero algo más sorprendente con respecto a la justicia fue lo que hizo con su propio hijo, puesto que la ley de Dios dice:

"…el alma que pecare, esa morirá" (Ez. 18:4).

Por lo tanto, en cuanto Jesucristo tomo la decisión de cargar sobre si el pecado de toda la humanidad, Dios lo entrego a la justicia divina para que fuese juzgado y llevado a la cruz, cayendo así sobre el todo el peso de aquella justicia de arriba que no hace acepción de personas.

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"Expresión Doctrinal Agape"©

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