jueves, 15 de diciembre de 2016

Nosotros Reguemonos

En las escrituras encontramos
Pr. 11:25
El alma que bendice a otros prosperará, y el que riega también será regado.
Lc. 6:38
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, se os volverá a medir.
Después de consagrarnos nuevamente al Señor y de permitir que Él trate con nosotros exhaustivamente, podemos recibir una carga de parte de Él … Podríamos asumir la carga de servir como ujieres en las reuniones, pero nuestra carga no es ese servicio en sí mismo. Más bien, nuestra carga consiste en cuidar de los demás mientras servimos de ujieres. Asumir una carga de esta manera hará una gran diferencia … Cada vez que sirvamos de ujieres, ministraremos vida. La vida desbordará desde nuestro ser y fluirá hacia el espíritu de otros. El Espíritu Santo siempre honra esta clase de servicio.
El Señor necesita incluso a los adolescentes. Espero que los adolescentes mayores acepten la carga de cuidar de los que están en la escuela intermedia … Si algunos adolescentes hacen esto, la presencia del Señor estará con ellos y verán la bendición.
Las hermanas mayores, por ejemplo, pueden asumir la carga de cuidar de los santos de más edad. Nadie podría asignarnos este servicio. Todos debemos acudir al Señor, la Cabeza del Cuerpo, tratar con Él a cabalidad, y asumir la carga … de cuidar de otros.
Según la economía divina hallada en la Biblia, si deseamos recibir, tenemos que dar. Si regamos a otros, nosotros mismos seremos regados, y si deseamos crecer en vida, necesitamos ayudar a otros a crecer (Pr. 11:25). Cuando ayudamos a otros a crecer en vida, nosotros mismos creceremos. La manera de recibir consiste en dar, y cuanto más damos, más recibimos (Lc. 6:38; Hch. 20:35) … No debiéramos decir que no podemos hacer nada y que no somos útiles. Más bien, necesitamos decir: “Satanás, apártate de mí. Puedo hacer algo, tengo algo y soy útil en las manos del Señor” … Cuando decimos que tenemos algo, algo es añadido a lo que tenemos. Por tanto, deberíamos esforzarnos por saciar la sed de los demás y por cuidar de ellos.
Aunque el Señor le prometió un hijo a Abraham, tal hijo no nació sino hasta después de muchos años. Incluso, el Señor puso a Abraham en una situación en la que se vio obligado a orar por la familia de Abimelec para que pudieran tener hijos (Gn. 20:17). Si hubiéramos sido Abraham, tal vez se nos habría hecho difícil orar … No obstante, cuando Abraham oró, Dios no sólo contestó la oración que hizo por Abimelec, sino que también contestó la suya (21:1-2). Si cambiamos nuestra oración de nosotros mismos a otros, recibiremos lo que deseamos (Job 42:10). El Señor necesita enseñarnos una lección debido a que al orar estamos tan centrados en nosotros mismos. Si regamos a otros, seremos regados; si cuidamos de otros, así también seremos cuidados.
El apóstol Pablo dijo: “Yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas” (2 Co. 12:15). Este pasaje conlleva la noción de sacrificar nuestras riquezas y nuestra vida. Gastar se refiere a gastar las posesiones de Pablo, y gastarse del todo se refiere a derramar lo que él era, refiriéndose a su ser. Si nuestro espíritu es el de gastar todo cuanto tenemos y gastarnos a nosotros mismos, es decir, sacrificar lo que somos, obtendremos un gran aumento cada año.
[Pablo] estaba en la tierra para nada más que ganar personas … Al parecer Pablo no tenía su propia manera de ser. Él era simplemente como un pedazo de madera al cual se le podía labrar en cualquier forma. Debido a que el Señor había tratado por completo su manera de ser, era suave, maleable, flexible y adaptable a cualquier situación.
Nuestra manera de ser es la causa por la cual no llevamos fruto ni utilizamos nuestro talento para cuidar de las personas … Debemos negar nuestra manera de ser, la cual es el aspecto más profundo de nuestro yo. Si no somos útiles en las manos del Señor para cuidar de otros, se debe a que nuestra manera de ser ha permanecido “cruda” y natural.
El Señor nos siga iluminando cada día conforme al deseo de Su Corazón.

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